miércoles, 25 de mayo de 2011

Habacuc El hombre que acariciaba la gente

Habacuc
[Hābăk'kuk] - el amor de abrazar o que abraza. El octavo de los profetas menores, cuyo lugar de nacimiento de parentesco, y era no están registradas (Hab. 1:1, 3:1).
El hombre que acariciaba la genteAunque no es mucho más que un mero nombre para nosotros, sabemos que Habacuc era un profeta de Judá y de la tribu de Leví y de los cantantes del templo (Habacuc 3:19). También es conocido como un profeta y el último profeta antes de la destrucción de Jerusalén (Habacuc 3:11). La tradición rabínica lo convierte en el hijo de la mujer sunamita cual Eliseo a la vida (2 Reyes 4:16). Habacuc profetizó la venida de los babilonios sobre Judá. Esta invasión se llevó a cabo en 606 a. C. y también en el 597 a. C. y 586 a. C. "En sus días" (Hab. 1:5), indicaría que él profetizó apenas una generación antes de la primera invasión.
En su profecía de Habacuc fue fiel a su nombre, que significa "fuerte abrazo de Dios," porque él acariciaba y consolaba a la gente como uno podría abrazar a un niño llorando hasta que sus lágrimas se secan. Un escritor moderno sugiere que su nombre pudo haber contribuido un poco a la impopularidad del profeta. "Su nombre está en su contra, su guturales secundarios, que incumben a los oídos modernos con un anillo prohibido, y la creación de un perjuicio desde el principio."
En el libro Habacuc escribió, nos reunimos que él era el profeta interrogatorio. Él quiere saber "¿Por qué?" y "¿Cómo?" Las respuestas se le concedió. ¿Por qué Dios permite la destrucción de su propio pueblo por una mano tan cruel y sucio? El profeta esperado pacientemente una respuesta, y me vino. Los impíos pasarán; el justo vivirá por la fe.
Entonces tenemos un canto de burla contra los caldeos criados por sus víctimas - un ay cinco veces:
I. Su codicia insaciable.
II. Su extralimitación ambición.
III. Su cruel tiranía.
IV. Su tratamiento vergonzoso de los pueblos conquistados.
V. Su idolatría brutal.
Entonces hay gran mensaje de Habacuc de la fe que le dio a Pablo una pizca de la verdad más preciosa del Evangelio (Rom. 1:17; Gálatas 3:11;. Heb 10:38.) Y con la ayuda de la Reforma con Martín Lutero, la carta de la libertad evangélica.

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