Pesaj es la fiesta que recuerda la salida de los hijos de Israel de Egipto; comienza el día 15 de Nisán, por marzo-abril, y se la celebra durante siete días, de los cuales el primero y el último son días de reposo, y en los que está prohibido el trabajo cotidiano. En la Diáspora, por los motivos que ya vimos al hablar del calendario hebreo, la celebración se extiende a ocho días, de los cuales son feriados los primeros dos y los últimos dos. Y también es día de descanso, se sobreentiende, el día sábado que caiga en la semana de Pesaj.La etimología del término Pesaj nos está dada en la misma Biblia: proviene de una raíz P-S-J de un verbo que significa “saltear”, “pasar por encima”, y se refiere al hecho de que en la última de las diez plagas habidas en Egipto antes de que el Faraón consintiese en dejar partir al pueblo de Israel, el ángel de la muerte enviado por Dios “salteó las casas de los hijos de Israel” (Shemot -Exodo 12.27) preservando a los primogénitos que allí vivían, y sólo entró en los hogares de los egipcios para matar allí a los primogénitos de cada familia.
En recuerdo de esta salvación de los primogénitos de Israel, posteriormente quedó establecido para éstos un día de ayuno, Taanit bejorim, en vísperas de Pesaj. Pero este ayuno los primogénitos pueden evitarlo, sí ese día ellos estudian la parte final de algún tratado del Talmud: cada vez que se concluye un estudio semejante, ello da lugar a una comida festiva, en mérito de la cual puede levantarse el ayuno de la fecha. Por eso, el día antes de Pesaj, algunas sinagogas suelen organizar por la mañana un Sium o “conclusion” (del estudio de un tratado del Talmud), del cual participan los primogénitos de la comunidad, y de este modo quedan eximidos de su obligación de ayunar ese día.
Aspecto histórico: llamada también Zemán Jerutenu, el “tiempo de nuestra libertad”, Pesaj es la fiesta que evoca la transformación de las doce tribus descendientes del patriarca Jacob en un pueblo, y el éxodo de este pueblo de Egipto, con el cual obtuvo su libertad. Esta salida de Egipto se menciona innumerables veces en la Biblia, en las plegarias y en las tradiciones judías, y representa la piedra angular de la constitución del pueblo como tal. También en las palabras iniciales de los Diez Mandamientos o Decálogo, Dios se presenta al pueblo de Israel anunciándole que “Yo soy el Eterno tu Dios, que te he sacado de Egipto, de la casa de los esclavos” (Shemot-Exodo 20.2 y Devarim-Deuteronomio 5.6), vinculando Su identidad con este éxodo de Egipto.
A pesar de que existen discrepancias al respecto entre los estudiosos, generalmente se acepta como época de esta salida de Egipto la segunda mitad del siglo XIII a.C., en tiempos del faraón Ramsés II.
Con éste, entonces, habría tenido Moisés sus gestiones para obtener la liberación del pueblo de Israel sometido a trabajo de esclavos, tratativas reforzadas cada vez por una nueva plaga que sobrevenía a Egipto, porque el rey se negaba a concederles la libertad. Hasta que con la décima y última, la muerte de los primogénitos, el monarca ordenó en horas de la noche que los hijos de Israel abandonaran su país de inmediato (según Shemot-Exodo 12.31).
A esta repentina orden de salida se debe la tradición de los panes ácimos o Matzot, que también caracterizan a esta fiesta: el tiempo no alcanzó para cocer en los hornos el acostumbrado pan de cada día, sino que hubo que dejar la masa al sol para que se cociera al calor de éste. Resultaron unas galletas chatas y sin fermentar, en recuerdo de las cuales comemos, hasta el día de hoy, las tradicionales matzot de Pesaj durante los siete (u ocho) días de la fiesta, y evitamos el consumo de pan, bizcochos, tortas, etc., los alimentos de masa fermentada
que solemos comer durante el resto del año.
Otro elemento básico de la fiesta de Pesaj radicaba en el sacrificio de un animal -el cordero pascual- con cuya sangre cada familia de Israel pintó esa noche el marco de la puerta de su casa, señalando así su identidad de tal, para evitar que el ángel de la muerte hiciera allí sus estragos (según Shemot-Exodo 12.21 - 23).
En lo sucesivo, el sacrificio del cordero de Pesaj se siguió celebrando cada año, en recuerdo de aquél ofrendado en Egipto. Tan importante se consideraba este sacrificio, que incluso se estableció una segunda oportunidad, el Pesaj shení o “segundo Pesaj”, un mes después del original, para aquellas personas que no pudieron ofrendarlo en su momento, ya por haber estado impuras debido al contacto con un muerto, o bien por haberse ausentado de sus hogares (según Bamidbar- Números 9.9 - 14).
Solamente con la destrucción del Templo, cuando forzosamente quedó abolido el culto de sacrificios en el pueblo de Israel, dejó de celebrarse el rito del cordero pascual. Sólo nos queda hoy un recuerdo simbólico del mismo, el trozo de hueso con carne asada que se coloca en la fuente alegórica de la noche del Seder.
Pesaj en el calendario agrícola: la Biblia habla varias veces del mes de la salida de Egipto como época de la primavera: “Hoy vosotros salís, en el mes de la primavera” (Shemot-Exodo 13.4, y algunos otros pasajes más).
El segundo día de Pesaj se traía a Dios la ofrenda de un ómer de cebada, el primer fruto de la tierra que solía madurar en el país. (El ómer era una antigua medida de capacidad hebrea, que equivalía a unos cuatro litros, aproximadamente). Y a partir de esa fecha se contaban siete semanas, Sefirat Ha-Omer (la “cuenta del Omer”), al cabo de las cuales, el día cincuenta, se celebra Shavuot, la fiesta de las primicias, según veremos más adelante.
Y como la llegada de la primavera también suele señalar en Israel el fin de la época de las lluvias (por las cuales se oró medio año antes, según vimos al hablar de Sheminí Atzéret), ahora en Pesaj, a partir de la plegaria de Musaf del primer día, se pide a Dios que envíe ta1 “rocío” durante la estación caliente que está por iniciarse, mediante una oración especial que también lleva ese nombre.
La transformación de Pesaj: con la destrucción del Templo de Jerusalén y la dispersión del pueblo judío en los países de la Diáspora, quedó trunco el carácter agrícola de Pesaj y bastante mutilado, también su significado como fiesta de la libertad.
Ambos aspectos siguieron evocándose, en el mejor de los casos, como una esperanza para el futuro solamente: volver a poseer alguna vez nuestro propio país, donde tornemos a ser un pueblo libre que trabaje la tierra como otrora.
“Leshaná habaá birushaláim “, “El año que viene (ojalá estemos) en Jerusalén” dice en uno de sus párrafos culminantes la Hagadá o Relato de Pesaj, que veremos más adelante en este capítulo.
Y en tales circunstancias, cobró singular importancia el otro aspecto de Pesaj como Jag Hamatzot, la “Fiesta de los panes ácimos”, es decir, el abstenerse del consumo de todo alimento fermentado 0 leudado (el así llamado jametz), para consumir solamente matzá, las “galletas ácimas” (o bien tortas y pasteles hechos de harina de matzá, que también están permitidos).
Jametz, digamos de paso, es todo alimento elaborado de trigo, centeno, cebada, avena o escanda, amasados con agua, y cuya masa haya fermentado.
Los judíos ashkenazitas también incluyen en la lista de la prohibición el arroz y diversas leguminosas. La matzá, o pan ácimo, en cambio, se elabora con masa de harina de trigo en un proceso tan breve, que no alcanza a fermentar todavía. Y del mismo modo también hay algunas bebidas y líquidos considerados jametz, porque intervienen en su producción fermentos que lo son.
Extraído del libro “Fiestas y tradiciones judías” del Prof. Heriberto Haber z”l, Editorial Aurora
Otro elemento básico de la fiesta de Pesaj radicaba en el sacrificio de un animal -el cordero pascual- con cuya sangre cada familia de Israel pintó esa noche el marco de la puerta de su casa, señalando así su identidad de tal, para evitar que el ángel de la muerte hiciera allí sus estragos (según Shemot-Exodo 12.21 - 23).
En lo sucesivo, el sacrificio del cordero de Pesaj se siguió celebrando cada año, en recuerdo de aquél ofrendado en Egipto. Tan importante se consideraba este sacrificio, que incluso se estableció una segunda oportunidad, el Pesaj shení o “segundo Pesaj”, un mes después del original, para aquellas personas que no pudieron ofrendarlo en su momento, ya por haber estado impuras debido al contacto con un muerto, o bien por haberse ausentado de sus hogares (según Bamidbar- Números 9.9 - 14).
Solamente con la destrucción del Templo, cuando forzosamente quedó abolido el culto de sacrificios en el pueblo de Israel, dejó de celebrarse el rito del cordero pascual. Sólo nos queda hoy un recuerdo simbólico del mismo, el trozo de hueso con carne asada que se coloca en la fuente alegórica de la noche del Seder.
Pesaj en el calendario agrícola: la Biblia habla varias veces del mes de la salida de Egipto como época de la primavera: “Hoy vosotros salís, en el mes de la primavera” (Shemot-Exodo 13.4, y algunos otros pasajes más).
El segundo día de Pesaj se traía a Dios la ofrenda de un ómer de cebada, el primer fruto de la tierra que solía madurar en el país. (El ómer era una antigua medida de capacidad hebrea, que equivalía a unos cuatro litros, aproximadamente). Y a partir de esa fecha se contaban siete semanas, Sefirat Ha-Omer (la “cuenta del Omer”), al cabo de las cuales, el día cincuenta, se celebra Shavuot, la fiesta de las primicias, según veremos más adelante.
Y como la llegada de la primavera también suele señalar en Israel el fin de la época de las lluvias (por las cuales se oró medio año antes, según vimos al hablar de Sheminí Atzéret), ahora en Pesaj, a partir de la plegaria de Musaf del primer día, se pide a Dios que envíe ta1 “rocío” durante la estación caliente que está por iniciarse, mediante una oración especial que también lleva ese nombre.
La transformación de Pesaj: con la destrucción del Templo de Jerusalén y la dispersión del pueblo judío en los países de la Diáspora, quedó trunco el carácter agrícola de Pesaj y bastante mutilado, también su significado como fiesta de la libertad.
Ambos aspectos siguieron evocándose, en el mejor de los casos, como una esperanza para el futuro solamente: volver a poseer alguna vez nuestro propio país, donde tornemos a ser un pueblo libre que trabaje la tierra como otrora.
“Leshaná habaá birushaláim “, “El año que viene (ojalá estemos) en Jerusalén” dice en uno de sus párrafos culminantes la Hagadá o Relato de Pesaj, que veremos más adelante en este capítulo.
Y en tales circunstancias, cobró singular importancia el otro aspecto de Pesaj como Jag Hamatzot, la “Fiesta de los panes ácimos”, es decir, el abstenerse del consumo de todo alimento fermentado 0 leudado (el así llamado jametz), para consumir solamente matzá, las “galletas ácimas” (o bien tortas y pasteles hechos de harina de matzá, que también están permitidos).
Jametz, digamos de paso, es todo alimento elaborado de trigo, centeno, cebada, avena o escanda, amasados con agua, y cuya masa haya fermentado.
Los judíos ashkenazitas también incluyen en la lista de la prohibición el arroz y diversas leguminosas. La matzá, o pan ácimo, en cambio, se elabora con masa de harina de trigo en un proceso tan breve, que no alcanza a fermentar todavía. Y del mismo modo también hay algunas bebidas y líquidos considerados jametz, porque intervienen en su producción fermentos que lo son.
Extraído del libro “Fiestas y tradiciones judías” del Prof. Heriberto Haber z”l, Editorial Aurora
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